Una inadecuada calidad del aire interior y los malos olores hacen que la salud, el bienestar y productividad laboral se vean afectadas muy negativamente. Por ello, es importante monitorizar la higiene ambiental y buscar soluciones que aseguren un ambiente saludable.
En demasiadas ocasiones los espacios interiores de establecimientos de todo tipo tienen un nivel de contaminación biológica y química (virus, bacterias, hongos, covs…) más elevado de lo que recomiendan las autoridades sanitarias. En el mismo sentido, la sensación de ambiente cargado y/o los malos olores suelen ser frecuentes.
Lo peor es que, además, estos ambientes cerrados generalmente no pueden ventilarse adecuadamente por cuestiones arquitectónicas (no tienen ventanas, por ejemplo) o de climatización (aire acondicionado en verano y calefacción en invierno).
Asimismo, es preciso incidir especialmente en que los malos olores, además de ser una molestia, provocan un daño de imagen, y son una señal de alerta de la presencia de sustancias químicas y contaminantes perjudiciales para la salud.
De este modo, analizar la calidad del aire interior y la implementación de sistemas de desinfección ambiental y de superficies, purificación del aire y la desodorización se hace imprescindible; especialmente, en establecimientos de máximo riesgo por alta afluencia de personas: restaurantes, hoteles, centros sanitarios, oficinas, residencias, gimnasios, comercios, etc.
Una buena higiene ambiental asegura una mayor salud, más productividad y mejor experiencia; traduciéndose todo ello en una garantía de rentabilidad empresarial.
